jueves, 29 de septiembre de 2011

Fotos de La Primera Feria de Libro en Huachipa organizado por IEP John Dewey

El poeta Santiago Risso y Willy Hidalgo en La Primera Feria de Libro en Huachipa

Palabras de honor de Santiago Risso en la apertura de la Feria de Libro. Junto a él Willy Hidalgo, el poeta Manuel Luque y el director Nemesio Taco
Jurados del concurso de declamación 2011. Dr. Willy Hidalgo y los poetas Julio Benavides y Eduardo Vílchez
El Sr. director Nemesio Taco, los miembros del Jurado y los ganadores de declamación 2011.
Las mamás lectoras del John Dewey enseñando sus libros y revistas.
Posando para la cámara mi apreciada sobrina Jimena Lira y el poeta, editor y amigo Julio Benavides.
Los amigos poetas César Pineda, Roger García, Gary Alminagorta y en el micrófono Manuel Luque.
Mi gran amigo el poeta Gary Alminagorta posando amenamente.


En plena venta de libros los poetas Gary Alminagorta y Julio Benavides.


Mi pequeña y apreciada sobrina Jimena junto a mi gran amigo y poeta Gary Alminagorta.

Los poetas César Pineda, Julio Benavides, Walther Córdova, Víctor Maldonado y Alfredo Ruiz en el IEP John Dewey de Huachipa.


                                       La foto de despedida

Los poetas Roy Dávatoc y Alfredo Ruiz en un restaurante de Huachipa después de La Feria.


Posando para la cámara los poetas Julio Benavides y César Pineda en el mismo restaurante de Huachipa.


El carisma de los poetas Walther Córdova y Víctor Maldonado en el mismo restaurante de Huachipa.

domingo, 25 de septiembre de 2011

POEMAS DE ADELA BRACHO





ALGUNAS CONSIDERACIONES DESDE EL SILENCIO...



SOBRE LA NOSTALGIA

La nostalgia es una soledad acostumbrada
que de vez en cuando, en un gesto suicida,
te lleva a un ámbito de antiguos lamentos,
vienen rumores de sombras duras, vas y
rescatas tus muertos de un hondo abismo,
los reconoces con memoria de espuma
y de ramajes.
Ardiente manantial la tristeza, se precipita
en lluvia de viejas escenas que descienden
a tus cuencas cavadas con el tiempo.
Abajo en la arena de los muertos se siente
la soledad en la osamenta, los gritos de los
recuerdos caen en los oídos en luto.
Mudado, habita el cuerpo en un crepúsculo
lejano, con rumbo silencioso hacia la noche.




SOBRE LAS ILUSIONES

Castas palomas...
Mañana con el despertar de los sentidos,
llegará el ave negra del desengaño
... echando las palomas del nido.
Botón cerrado lleno de aromas…
¡Consérvalos, no abras aun!
se feliz hoy porque mañana el sol
incendiará tus pétalos, secara tus aromas,
desfigurará tu sonrisa desgranada.
Vive hoy el cándido embeleso que refleja
el brillo de tus ojos, antes de que se apague
la luz de la esperanza…
¡Se feliz! No pienses que un día
volarán las palomas de tu alma,
como un día volaron de la mía…




 
SOBRE EL PASADO

El pasado es un tigre que siempre está al acecho
¿Quién no sintió alguna vez su garra en el pecho?
¨¨recordar es vivir¨¨ dicen…
... Me pregunto entonces ¿para qué volver a vivir
horas de agonía?
En el reloj del tiempo es el pasado una amarga ironía,
pues tiene menos horas de dicha y alegría,
pareciera que su lira tiene una sola nota.
Mejor dejar atrás los hostiles dioses y andar
por los caminos con el anhelo de tocar
con la frente el cielo y enterrar las sombras
de espíritus en cruz.
Al fin y al cabo el pasado es solo una idea,
el presente es la emoción.




SOBRE EL SILENCIO

Desnudo, negro, brillante lo contemplo
sobre una isla, sin tocar la inmunda tierra,
nada más que con su sombra.
... Noble confidente en mis veladas,
conocedor del alma de profundas emociones.
Solo él tiene el secreto, de revivir
los símbolos de muertas religiones.
Posesa por el numen que me inspira,
desde mi radiosa pupila lee mi súplica
y acude cual tributo enamorado de poetisa.
Con tierna expresión me llena de rosas,
y siento en el delirio la nocturna calma,
una luz cariñosa me penetra el alma,
apagando las voces del mortal rumor.
Cantos de exilio, en lejana colonia
donde solloza el alma entre las pálidas
visiones de la melancolía. …
Y mira embelesado aquel ramo de amores
pendiendo cual maduro, racimo de dolores.
Se extinguen los lamentos en tus piadosas manos,
¡Muerta, muerta mi voz!
Solo las letras hablan...





SOBRE EL DESEO

Amorosa tea portada por Eros
en prisa mortal es susto repentino,
ataca las venas sin pudor alguno,
Ímpetu violento rojo torna el viento,
... vorágine el cuerpo, remolinos pensamientos,
es todo atracción de carnes y de huesos.
Ciclón de sensaciones, desnudez de ardores,
llora todo el cuerpo de placer sus cántaros,
sediento los bebes en surcos de encanto.
Fulgor en giro en un paraíso multicolor,
huertos florecidos de la piel, los poros,
conjugan infinito enjambre que recoge
la miel inefable de los sentidos…
Es beso del viento, instante fugaz, es maravilla
de dos caras espejo, en una eres fiera y en la otra
humano, condenado a vivir la eternidad en un momento
en la comunión de la miel y el fuego…


  

SOBRE EL AMOR

Amor, es una palabra muy vieja, de solo pronunciarla
se ilumina la parte oscura en la intimidad del alma.
Entonces…Me encuentro yo con mi realidad subjetiva,
con el dolor de vivir y con la palabra vieja, tratando
de crear mi mundo perfecto.
Asumo de pronto que lo perfecto no existe y te inventas
un sueño, con la palabra vieja y un hermoso paisaje.
Así te descubrí a ti y a tu hermoso paisaje. ..
Desde entonces fui de nuevo aquella niña de mirada
nostálgica que se invento un amiguito imaginario,
aquella niña que soñó con viajar a las nubes y encontrar
en una de ellas tu alma, esa niña tan pequeñita que no
podía con el peso de sus sentimientos y le faltaban palabras
para contarte su sueño.
Pero… ¿Qué iba a contarte? Si en el paisaje de los sueños
no hay palabras, en los sueños se hacen realidades las
palabras no dichas, las sientes, las presientes.
En el sueño yo comprendí tu alma que sabe ser intima
sin pronunciar palabras.
Sigo siendo esa niña que construye países con flores
y con su palabra vieja mi más fiel compañera de vida.



 
SOBRE EL OLVIDO

Cuando la lumbre del sol corona el ocaso
es hora de desandar los pasos…
Con doliente pesadumbre inicia el alma
el descenso de la cumbre.
... Va dejando en el camino todo lo que
le fue querido, mariposas, flores, pájaros,
llenos de colores y aromas que cuando el amor
brillaba acompañaban a esa persona.
El cuello se va doblegando mientras las
lágrimas van rodando, se llegan hasta la boca,
ahí se vuelven suspiros, a veces hasta un gemido
acompaña la agonía.
Te arrancas aquella piel que de amar se hizo blanda,
el rostro celaje huyendo va también palideciendo,
la luz de los ojos expira, tal pareces una sombra.
Cuando has hecho el recorrido llega su voz a tu oído,
tan desprendida y lejana que no la acompañan campanas,
marchito, mustio su acento, te indica el final del cuento.
Ese amor ya no es nido, ni calor ni compañía.
Detrás de ti marcha el día con el luto en el costado
ensombrecido y callado se pierde en la lejanía….




SOBRE LA EXPERIENCIA

Eres el polvo recogido en el camino,
eres la huella exacta de la vida,
eres el viento que en la frente se reclina,
eres el limite donde el sol del ocaso se desangra.
Eres muñeca de papel, caricia, lágrima,
llama extinta donde ayer fuegos.
Nos miras a los ojos en silencio
viajera nocturna en el país del alma,
dormitas en almohadas de nostalgia.
Escuchas palabras cargadas de ponzoña
que la vida va firmando en el reverso
y el tiempo las convierte en tristes versos.
Mas mis ojos parece que no vieron nada,
saltaron de sus orbitas y huyeron
tras las huellas de la inocencia llana.



 
SOBRE LA SOLEDAD

Después del primer sorbo
la soledad se hace vicio,
a traición y con saña se adueña
de tu cuerpo y de tu alma.
Un fervor hambriento se
levanta y llegas a adorarla,
en sus prados de quietud
crece la razón en altas espigas,
tan altas tan altas que a veces
tapan los sueños…a fin de cuentas
la razón es tierra, los sueños son aire.
En el espejo la veo, diosa, rendida,
con el fruto envenenado del olvido
entre sus manos, con una esquirla
hundida en el costado.
Con sus tempestades cuando un sueño
la toca, con el miedo que amortaja sus rodillas,
con estandartes llenos de silencio,
con un letrero en la puerta que dice
¨ Bienvenido pero no te instales¨
Con sus praderas en calma, con una rara dulzura,
con sus ventanas de hierro, donde solo las sombras
se cuelan y van repitiendo nada, nada, nada…
en la soledad desierta.



 
EN ESE MOMENTO

En el mismo momento que me digo
¡Estoy viva! La vida me es agradable.
Millones de seres humanos mueren
diariamente bajo una lluvia de ráfagas
... de ametralladoras, bajo el cataclismo
de granadas y mutilantes bombas.
En el mismo momento que le saco
del bolsillo de mi corazón un pañuelo
blanco a mis tempestades, mi vida es paz,
se llena de flores y aromas.
Mientras yo con la mirada perdida lloro
una ausencia reparable, miles de mujeres
pierden a sus esposos y a sus hijos.
Mientras yo disfruto de veladas amenas
rodeada de amigos, degustando un
delicioso vino, mientras yo llevo mi pan
a la boca, miles de seres humanos mueren
de hambre.
Ellos no tienen paz, ni pan, ni flores, ni vino.
Como puedo permitirme escuchar yo el rumor
del miedo? Si mientras yo veo pasar alegres
las palomas en vuelo, en tierras lejanas ven
en sus cielos bombarderos y cazas con su escalofriante
ruido congelando la sangre en las venas.
Cuando en las noches me echo en mi mullida cama
la injusticia me golpea con su martillo.
Qué derecho tengo yo a sentir miedo?




ESOS VERSOS

Sueño con escribir esos versos de amor
que nadie ha escrito, esos versos que erizan
la piel y hacen florecer los suspiros, esos
con palabras de amor que nadie ha pronunciado,
... esos que te inmortalizan.
Sin titubear te los dedicaría, hablarían de ti,
porque si bien hoy no estás, apareciste un día
en mi ventana trayendo la olvidada sensación
de unión perfecta, de círculo que se cierra,
de pieza que completa el puzzle.
Derribaste los muros que tarde años en
construir cincelándolos con tus TE AMO
que me recordaron que estaba viva,
que no bastaba con no envejecer sola,
que mi alma era un cofre de deseos…
y fuiste sacándolos uno a uno para colgarlos
en la inmensidad de tu cuerpo y de tu alma.
Sembraste el sueño de las almas que nacieron
para amarse en plenitud por la eternidad.
Serian para ti esos versos porque mi corazón
siempre estuvo convencido desde que tus
ojos y los míos se cruzaron, que te esperaba
hace ya muchas vidas.



A ESA
 
Nunca más pensarán en mí
como aquella débil mujer que
hilaba margaritas bajo la luz
de la luna.
Ya no...
A esa, enamorada de
la luz y de las flores, la asesiné
una mañana de sol.
Era un peligro, llegó a convertirse
en mi enemiga más cruel, para
vencerla tuve que transformarme
en una guerrera armada hasta los
cascos...
Lloré, lloré mucho por ella, estuve
algún tiempo de luto rígido.
Fue necesario para lograr la paz,
no podía seguir viviendo con una guerra
civil entre la razón y el corazón
anclado en mi cuerpo como campo de
batalla.



SORDO PIGMALION

¡Viento ya no lo extraño! le digo,
para que eche a rodar el rumor,
a ver si uno de estos días, al levantarme,
tus ojos se han mudado a otro espejo.
Roto…saltan los trocitos de nuestra historia
como rompecabezas que ya no puedo armar.
Desfilan en procesión ante mis ojos,
tratando de encajar en el sueño que perdió su cuna,
se buscan, se desechan, se combinan, combaten,
en un mar de atracción y repulsión.
Demasiada maleza en la huerta que pudo ser
nido de venturas.
Y yo espectadora, solo puedo sentir,
dentro del seno del vacío: Sé que estoy viva,
y te digo adiós con el viento de la noche,
y al despertar el, me da los buenos días.




DESDE LAS SOMBRAS
                                                                A GLADYS POETA INVIDENTE


Viajera ansiosa la mirada huía hacía las estrellas
Como ave que busca en vano vuelo, un nido
Que amparo no consigue… esquiva le es la luz…
Sus pupilas envueltas en una fina gasa
Amparadas por parpados colgados de llanto muy dolido.
Tantas lunas en la oscuridad le enseñaron a oír el silencio entero,
Aun los gritos partidos vestidos de negras túnicas
Le visitan en su noche perpetua en forma de fragmentos liricos.
En su rebeldía aun puede escuchar las Musas…
en el trino de los pájaros, en la cristalina risa de los niños,
aun puede embriagarse en la ternura de las caricias,
y cuando la sombra pesa mucho, puede alzar los puños
apretando la ira contenida entre la oscuridad que la vela.
Puede hablar desde el siniestro torbellino de su ceguera,
Puede gritar su frustrado anhelo de luz desgarrando el silencio
De su noche eterna… haciendo su oscuridad poesía.







Adela Bracho. Poeta y Psicopedagoga de profesión. Nació en Maracaibo, Venezuela. Ha publicado sus poemas en la revista virtual POESIA Iberoamericana, entre otras. Desde muy joven aficionada a las letras, con el sueño de llegar a ser una gran escritora.
 
        

DE CABITOS Y SUS MATANZAS POR EL ESCRITOR ROGER GARCIA CLAVO


DE CABITOS Y SUS MATANZAS


                                                                       ROGER GARCIA CLAVO

Ahora que el tema sobre la indemnización a los presos políticos está dando mucho de qué hablar y sobre todo, los que alguna vez fueron parte del proceso político, de la guerra interna del país, salen ahora a viva voz a oponerse a un fallo de la Corte Interamericana de Justicia.

Parafraseando la posición de Gabriel Uribe en Lo que se viene. La otra versión del futuro, dice: ¡Cuántos balances están pendientes en este país!, diríamos todos, porque ninguno ha sido del todo claro. Estas personas con sueldo incluido por el estado, bien pagados, asumen una posición distinta y culpan de manera irrestricta:  de terrorista, de subversivos, de mayores violadores de los derechos humanos, “todo aun precio módico, si se considera que no tienen competencia en el mercado”, como aquellos que integraron la Comisión de la verdad o como los contratados para hacer una investigación y luego salen avalando la matanza militar en Uchuraccay con el renombradísimo y falsete Mario Vargas Llosa. Cuanto han sufrido y están sufriendo los que no tuvieron nada que ver con la guerra interna del país (niños, madres, jóvenes, adultos y viejos), sólo existió en un lugar de conflicto o por ser simplemente andinos.

Quiero plantear esta posición fijándome en el libro que ha arañado mis entrañas La memoria es un arma, de Juan Cristóbal, libro de testimonios desgarradores, donde la condena del estado, por intermedio de sus militares, hacen que el pueblo desaparezca. Eliminando gente inocente. En este libro de testimonios reales, ayuda no sólo a identificar cómo reaccionan los milicianos como sátrapas de las márgenes más reales del ser humano. De cómo actúan ante seres humildes que no tiene nada que decir, que no saben nada de lo que están preguntando y no saben ni por qué los están interrogando y mueren. Toda esa alternativa de humildad de hombre de ande y selva, está sujeta a sus tierras y animales, que incluso son degollados con la crueldad de una bestia. Que para el campesino es un esfuerzo criarlos.

Todo este sufrimiento nos dice Juan Cristóbal, que de alguna forma ayudó a que el país se organice, que el pueblo tome conciencia; y además, que este pueblo se inmunice contra la vida, contra las organizaciones espontáneas y contra el poder mediático de un gobierno genocida. De alguna forma, incentiva para poder actuar con las herramientas científicas del marxismo.
Si este libro, pienso yo, hubiese tenido en cuenta La Comisión de la Verdad ahora no se estaría hablando de sólo indemnizar a un grupo de personas tildadas de “terroristas”, sino se estaría indemnizando al pueblo que perdió todo por la acción terrorista del estado. Y así como estos defensores de sus secuaces neoliberales están tratando de imponer aun estado dependiente la pena de muerte, leyendo cada testimonio, se haría lo mismo con tantos militares que en estos momentos están felices, después de haber matado al pueblo como a cuyes o perros.

Pero hay algo peculiar en los testimonios de este libro, que a pesar de ser concientes que fueron amenazados, torturados; que perdieron, hijos, esposas, esposos, terrenos, animales y que muchas veces delante de sus ojos fueron ultrajadas sus madres, sus esposas, sus hijas y hasta descuartizados sus niños; los militares son nombrados con diminutivos: soldaditos o cabitos. Cuánto respeto y cuanto odio, cuánto recuerdo y cuánto sed de venganza, debe haber al escuchar estás palabras. Estos cabitos o soldaditos actuaron a la orden de altos militares que ahora ocupan el poder. Los testimonios deben ser tomados en cuenta, investigarlos y no quedar como simples informes que sirvan para hacer estadísticas de cuántos muertos hubo o cuántos desaparecidos existen. Sólo para ejemplo.

…, en presencia de mi hijita cinco cabitos me violaron, pero mi esposo seguía sangrando, cuando de pronto vi que a mi esposo le vino harta sangre por la boca y ahí nomás, quietecito, como una vizcacha se quedó. (Pg. 35).

Por lo tanto leyendo testimonio como estos uno se llena de aliento para dar un paso más a favor de nuestro pueblo y que todo trabajador de la cultura debe asumir un compromiso. En los pueblos hay personas que ahora esperan ser indemnizados, porque perdieron hasta la alegría y se está recobrando como un río después de la tormenta. Y sobre todo debemos estar a favor no solo que sean indemnizados sino que debemos apoyar por la libertad de tantos hermanos que son presos políticos.
                                                                                                                          

                                                                                                        Lima 3-1-07




jueves, 22 de septiembre de 2011

Palabras de presentación de Manuel Luque sobre el libro "El Laberinto" de Daniel Mogollón


Siempre hay un romance entre la obra y el lector y en este caso no es la excepción, porque el relato de Daniel Mogollón El Laberinto me recuerda a ese famoso mito griego: “El Laberinto de Creta” construido por Dédalo para esconder al Minotauro.  En ese sentido, Daniel, es el Dédalo de su laberinto donde sus personajes, mismo Minotauro, están atrapados en fantásticos pasajes del relato.

Cada personaje se manifiesta de la manera más natural y humana, no son héroes ni pretenden serlo. Sin embargo, las mismas acciones y avatares en el relato hacen que, cada uno de ellos cobre protagonismo. Especie de, aunque suene contradictorio, héroes urbanos.

Daniel, emplea un lenguaje diáfano y fluido. Y sobre todo sabe de lo que quiere contar. Como decía Rómulo Gallegos “La literatura está hecha de palabras cotidianas, del ‘hola’, ‘buenos días’ o ‘¿cómo está?’. Con esto tiene que trabajar el escritor; pero cómo lo hace: con la imaginación y la palabra”.

Miriam, el personaje principal, no puede conciliar el sueño por los ruidos provocados por los fenómenos naturales que aparecen en la historia, pero a la medida que vamos entrando y siendo parte de la misma, van apareciendo nuevos personajes (el ermitaño) y seres fantásticos (los duendes) que invaden los recuerdos y los sueños. Al mismo tiempo que va creando un mundo paralelo de fascinante y cautivadoras escenas (la lucha cruenta entre duendes y hombres atrapados por la codicia, estos últimos son condenados en grietas y transformados en monstruosos seres). Por eso, El Laberinto tiene una técnica lúdica y entretenida de jugar con el tiempo, de agregar personajes de  acorde a  nuestra época (Dyago y Hervé, que a su vez están inmersos en la misma historia de Miriam) y los sucesos  casi igual al flashback que por un momento nos llevasen a otro contexto de la historia, pero al mismo tiempo entrelazado. Un gran cuento que Daniel Mogollón Alegría ha sabido hilvanar de principio a fin. Por lo tanto es una puerta abierta a la imaginación y el placer de leer.



                                                                                                 Manuel Luque
                                                                      Lima, 16 de setiembre. CASLIT

sábado, 17 de septiembre de 2011

Recital del World Poetry Movement en el Bar Zela‏



El Movimiento Poético Mundial convocará el 24 de septiembre a más
de 870 poetas, en 507 ciudades, de 107 paises,  para producir recitales
de poesía y dedicarle todo ese día al poema.
 Lima no podía dejar de participar, así que este sábado 24 en el Bar Zela, recitarán:

MIGUEL ILDEFONSO
KARINA VALCÁRCEL
PAOLO ASTORGA
ERICKA MEIER
JOHN MARTÍNEZ
VICTORIA LARCO
GIANCARLO HUAPAYA
JOSE MANUEL LUQUE
DIEGO LAZARTE
FIORELLA TERRAZAS
FRANK HERNÁNDEZ

Sábado 24 de Septiembre. Bar Zela.
 Av. Nicolas de Piérola 961.
Plaza San Martín - Lima - Perú.
19.00 hs. Entrada liberada.


www.wpm2011.org
http://viernesdepoesiayficcion.blogspot.com/

* Esta información es enviada de acuerdo a la Ley 28493 y su Reglamento aprobado por D.S. Nº01-2005-MTC. Para darte de baja, responde con el mensaje "no deseo seguir recibiendo este tipo de información". Gracias.


viernes, 16 de septiembre de 2011

Presentación del libro Bifronte Cartas del Naufragio de Roberto Salazar por el poeta Héctor Ñaupari


PALABRAS DE HÉCTOR ÑAUPARI EN LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO BIFRONTE CARTAS DEL NAUFRAGIO / SUITES LONDINENSES DE ROBERTO SALAZAR GAMARRA
CASA DE LA LITERATURA, 15 DE SEPTIEMBRE DE 2011

Le doy sinceramente las gracias a mi compañero de poesía Roberto Salazar por honrarme con comentar su libro Suites londinenses. Creo que la ocasión es propicia para hablar del grupo literario al cual ambos pertenecimos, el grupo o movimiento cultural Neón, del rol que jugó la poesía de Salazar dentro del movimiento, y de cómo ésta ha evolucionado hasta éste su último, estupendo y elegante trabajo, publicado por el dedicado editor y también poeta, Juan Pablo Mejía, de Paracaídas Editores.

Entre los muchos finales que produjo la postrera década del siglo XX, en el mundo y en nuestro país, el que más tiene que ver con la poesía peruana es que los noventa fueron el último período donde los poetas nos organizamos, decididamente, en grupos literarios. Constituyó, además, el estertor definitivo del concepto de “generación” literaria, que tan equivocada como militantemente asumimos.

Empero, es también la década de los recitales multitudinarios de poesía. Cientos de ellos, en universidades, bares, parques, centros culturales, restaurantes, y en los lugares más inverosímiles que puedan ustedes imaginarse, con un público fervoroso y devoto, que seguía a los entonces jóvenes poetas, como Roberto Salazar, y estuvo ávido de conocer sus textos.

Transcurridos veinte años de esa circunstancia irrepetible, ¿cómo explicarlo? ¿Cómo entender a esas decenas de muchachos y muchachas que iban de San Marcos a la UNI, de la Villarreal a la Católica, del recientemente inaugurado Centro Cultural La Noche de Barranco a los bares del centro de Lima, el mítico Bar “El sapo” entre ellos, a leer y escuchar poesía?

Si una verdad muy aceptada pero poco difundida entre los literatos es que sólo escribir nos salvará la vida, la poesía y la amistad – como también las rivalidades – que ésta generó a partir de los grupos literarios que animaron la escena cultural del Perú del fin del milenio, fueron, para todos nosotros, los poetas del noventa, el único salvavidas al que pudimos aferrarnos en este país naufragado y encallado, abierto en canal como un toro sacrificado para una hecatombe, que iba hundiéndose sin cesar en el mar tenebroso del terror, la miseria, el cólera, la desesperación y la ausencia de salidas.

A la distancia de dos décadas, podemos afirmar que la vida se abrió paso de las formas más extrañas. Y lo comprueba que los jóvenes escritores de los noventa pudiéramos encontrar en la poesía el exclusivo vehículo donde expresar ese “vitalismo sensorial” al que aludimos Leo Zelada y este escriba en el prólogo a la Antología de Neón, 1990 – 2003. Confirma, además, el brillante argumento de nuestro escritor mayor, Mario Vargas Llosa, en su artículo Saúl Bellow y los cuentos chinos, que sostiene:
[….] que la literatura está envenenada de vida, que ella es un buen sitio para ir a respirar cuando el aire se enrarece y el mundo se vuelve asfixiante, que ella es una demostración irrefutable de que esta vida que vivimos es insuficiente para aplacar nuestros deseos y, por lo mismo, un acicate irresistible para luchar por otra distinta.

Entonces, en esa sociedad invivible que era el Perú de los noventa, el sórdido infierno en que se había convertido, la poesía joven, cual rosa del pantano, o margarita rodeada de cerdos, reinó, citando una vez más el ensayo de Vargas Llosa,

[…] con sus espejismos tentadores y sus tiernas imágenes, como la portadora de soluciones para los problemas, como la espléndida mentira de una vida que algún día vendrá.

Así, pues, desalentados de la política, con sus corrupciones paralizantes o sus expresiones extremas y totalitarias; abandonados a nuestra suerte en un país que parecía no tener ningún futuro y habíase convertido en “ese reino que nunca quisimos, y que nunca fue nuestro”, como escribió el poeta; finalmente, dispuestos a no pasarnos la vida debajo de mesas desprovistas esperando las bombas que nos aniquilen, o a ser desaparecidos por las fuerzas del orden cualquier noche sin luz y con toque de queda; resolvimos, sin siquiera racionalizarlo, que la mejor manera de hacerle frente a este apocalipsis era decir, con poesía, que íbamos a sobrevivir; que no iríamos en silencio hacia el corazón de las tinieblas; en definitiva, que con coraje y con resolución, lucharíamos y gritaríamos: ¡vamos a prevalecer!

En ese contexto, el grupo de los noventa que hizo de esa libertad de expresión poética ante la muerte y la disolución nacional su bandera, y jamás la puso a media asta, fue el Movimiento Cultural Neón. “Neón significa luz, luz en la oscuridad”, así lo definió Carlos Oliva, el poeta fundador, junto con Leo Zelada y Roberto Salazar, de este concilio literario, y que le dio el nombre por el cual fue conocido.

Quiero traer la memoria de Carlos esta noche, pues sé lo mucho que Roberto Salazar lo quiso, recordar con él sus “ojos de tigre inquieto” como lo definió bellamente el poeta Roger Santiváñez, y hacer patente su voz profética de lo que fue nuestra generación, y su propia existencia cortada intempestivamente, por el golpe seco de un accidente de tránsito, en su Poema sin límites de velocidad:

He visto una ciudad
            una avenida
            una calle inundada de cantos
de poemas sonando como bocinas de carros
y autopistas sin guardias de tránsito
poemas a 200 Km. P/H
libres
            raudos
                        veloces por llegar
a los oídos del mundo
donde la ansiedad
            la droga
y los atropellos
inventan colores siniestros
y en medio de todo
                                    yo con mi bocina
                                    yo con mi voz levantada
entre tantos accidentes
risueño
            ilusionado
                        y sin más palabras
que estos versos sin frenos por las avenidas.

Me permito asimismo, con la venia de Roberto, rendir mi homenaje a Juan Vega, otro integrante de Neón, volverlo a hacer habitar estos rincones literarios, con su poema Para Ericka, que dice en el final de su segunda parte:

Nadie paga por vivir
menos aquí
la vida se escapa
si no la tomas por asalto.

A ellos, donde quiera que estén, estoy seguro que verán con satisfacción e ironía la ruta a donde nos ha llevado la vida, a los miembros sobrevivientes, tal como en el título de una famosa novela de aventuras, Veinte años después. Y con ellos, a Miguel Ildefonso, el mejor poeta peruano de los últimos veinticinco años, a Paolo De Lima, Mesías Evangelista Ricci, Eli Martín, José Gal’lino Bardales, Isabel Matta  Bazán y todos los que formaron Neón en sus distintas etapas.

Así llegamos a Roberto Salazar. De todos, el más leal a los principios inspiradores del grupo Neón, el que siempre tuvo como su mayor misión responder a sus postulados fundamentales: la reivindicación de la poesía urbana y de la modernidad literaria, así como la reinserción de la poesía en la esfera pública, como espacio horizontal de la sociedad civil. Algunos de nosotros – mea culpa – nos alejamos y regresamos de esos paradigmas como las olas, que se van de la orilla pero siempre vuelven.

No obstante, creo que nadie de Neón, como Salazar, pudo sublimar, en textos bellos y reflexivos, en libros como Contra el muro, Arte Rupestre, Canciones y Ciudad sitiada, el desencanto, la angustia, esa “ansiedad en tinieblas” como reza el título de un poema de Miguel Ildefonso. Pero esa angustia que motivaron sus primeros textos tiene rostro, piel y cuerpo de mujer. Salazar asume el romanticismo con una profesión de fe que seduce y conmueve. Nos dice el poeta, por ejemplo:

Quizás te encierren mis ojos
y mi palabra te evoque
criatura perdida en el océano
una mañana funesta te perdí
certeros rastros:
¿Qué huellas dejaron?

De otro lado, observa:

Parece que ya estás en el fondo
de mi cuerpo y de mi aire
que a la distancia entre los dos es un
abrazo a la nostalgia
que los nudos de silencio al fin se
soltaron para dejar su lugar
al turbulento bullicio de los bienoyentes

Y sostiene, finalmente:

Quisiera hundir la fuerza de mi aliento en tus
tibios labios
curar las heridas del amor en una proclama
manifiesto mudo de los dioses
pero me encarno en esta carne que es nada
sin ti
sólo viento llevando mis ansias a un rincón
del mundo desvalido. 

Para mí, los poemas de Roberto Salazar ha sido una guía continua. Sus textos han sido un bálsamo que me han permitido darle algún reparo al dolor por el inexplicable comportamiento de la mujer amada, a su tenacidad implacable por desgarrarnos el corazón hasta hacerlo tiras, por decirnos que no justo cuando nos declaramos, para luego pedir volver, entre lágrimas, pero sólo por la costumbre, a nuestra trágica torpeza de amar a quien no nos corresponde, o cuando amamos a más de una mujer.

Sus poemas me han servido para hallar alguna lógica a la insensatez de, si se produce la desventura de tener que compartir a la mujer querida con otro, ella no nos permite que seamos nosotros los compartidos, y nos abandona sin más. Me permiten entender, como quien mira desde la ventana del pasado romántico, que el mundo en efecto se ha “feminizado” y que ese comportamiento caprichoso es ahora atributo principalísimo de los hombres, ante el desconcierto de las mujeres.

Pero Suites londinenses nos ofrece al poeta que ha hecho su luto, que evita ocuparse de una mujer que ya no lo desea, que ha vuelto de la batalla del corazón, en la que nunca hay victorias, para brindarnos una poesía vibrante, sostenida, apasionada, de grandes acordes, muy acompasada, como el rock psicodélico al que rinde homenaje, y al que identifico con el Movimiento Cultural Neón, por su compleja historia, sus miembros desaparecidos, y los logros alcanzados.

Son muchos los artistas educados y versados en las leyes de la poesía que se han volcado al rock: Bob Dylan, Lou Reed y Patti Smith son los primeros nombres que vienen a mi mente. De otro lado, escritores laureados como Leonard Cohen, Allen Ginsberg o William Burroughs se acercaron al rock sin demasiados complejos, comprendiéndolo como un fenómeno en el que las barreras entre el arte culto y el arte popular, entre la experiencia artística mediada y el acontecimiento vital público, se hacen difusas logrando una representatividad inmediata en varios campos a la vez.

Un caso único, claro está, es Jim Morrison: un rockstar que es al mismo tiempo, un poeta sublime. Lo vemos, de entrada, en las letras de sus canciones, lo mismo que en los poemarios que ha escrito: Las nuevas criaturas, Los señores, Una plegaria americana y otros poemas. Cito de él una parte de su poema Oda a L.A., pensando en Brian Jones, muerto:

Has abandonado tu
nada
para completarla con
silencio

Espero que te hayas ido sonriendo
como un niño
en los serenos vestigios
de un sueño.

Si el Rey Lagarto vivió como se escribió en su epitafio – puesto en su tumba en el cementerio Pére–Lacheise en París, al que peregriné durante mi estancia europea – “conforme a su propio demonio”, en el caso de Pink Floyd esto se elevó a una categoría colectiva.

En su vocación grupal, como señalamos al inicio, Salazar reconoce el talento de cada uno de los integrantes del grupo definitivo del rock hecho arte, en su delirante complejidad, en álbumes como The Piper and the Gates of Dawn, o El flautista a las puertas del alba, del cuento El viento en los sauces, de Kenneth Grahame, que, al igual que el movimiento del que nuestro poeta formó parte, destaca valores como la amistad, la lealtad, las satisfacciones de llevar una vida ocupada y laboriosa, los sencillos placeres de la comida y la bebida con amigos.

También, The Dark Side of the Moon, o El lado oscuro de la luna, donde la búsqueda vital se adentra, incluso, en la locura. Y es así como inicia el poemario, con el homenaje a Syd Barret, el más talentoso de ese grupo de genios que fue Pink Floyd, el cual terminó loco y recluido en la casa de sus propios padres, hasta su muerte. Dice el poeta:

¿Qué pasa ahora en mi estúpido país?
El feroz desierto parece engullir plenamente mi sueño ahora
Es la balada de la noche que se hinca a mis pies
Y un viejo sonámbulo caminando sin cabellera por mi sala
Me atemoriza
Pero es solo un viajero que perdió el bus de regreso a casa
Es solo un gran viajero nada más sin lentes.

Su apreciación por Roger Waters, nos conduce a los compromisos del músico, bellamente identificados en el siguiente verso:

En esencia todos seguimos siendo lo mismo
crecemos así
sin comprender totalmente las cosas de la realidad
miro la noche y oigo su sonido metálico
pero nadie me dice lo mismo
abro el día en mi ventana
el sudor comienza a salir por todo mi cuerpo.

Asimismo, se destaca un poema brillante, cadencioso como un blues, es el poema UFO, a mi juicio el mejor del libro:

Si hablas mucho o demasiado
de las que cosas que suceden
si tienes una pista por donde deslizarte
con patines blancos
si sucede que miras alrededor
y solo hallas silencio tras silencio
en tu cuerpo encontraste cicatrices extrañas
soy yo que fui a visitarte, tristeza.

“Y con los años vividos hasta aquí”, como reza el verso final del libro, cabe preguntarnos, ¿Qué es Neón, veinte años después? ¿Una tarea concluida? ¿Un trabajo en progreso? Creo que ni una cosa ni otra. Si los textos son las piedras que hablan ante el silencio de los profetas, como sostiene la Escritura, los libros de todos los poetas mencionados, dan cuenta de una solución de continuidad, y una madurez poco vista en colectivos anteriores, en el Perú y en América Latina. Lo mismo la incursión en la novela, el cuento y el ensayo, en varios de sus integrantes primeros. Por eso, la historia definitiva de Neón, como la de Roberto Salazar, no se ha escrito todavía.

Muchas gracias
(Fin)

miércoles, 14 de septiembre de 2011

"El huerto de los alientos" de Manuel Luque por Héctor Ñaupari



Más que frenesí, erotismo: la poesía de Manuel Luque
Palabras preliminares a El huerto de los alientos

Héctor Ñaupari

Con la paciencia de Florentino Ariza, el trémulo amante de Fermina Daza, que logra hacerla suya tras lustros de espera, Manuel Luque ha dejado transcurrir una década para que veamos publicada su ópera prima, El huerto de los alientos. No lo lamentamos. Como el vino añejo, este poemario ha sido pensado y elaborado para deleitarnos luego de un largo tiempo.

Ese dilatado lapso no ha impedido, sin embargo, la lacerante actualidad del título del libro de Luque. Estoy seguro que ésa no ha sido su intención. Pero, como la vida no es sino una siniestra ironía, pues todos los nacidos estamos condenados a muerte, no imagino una mejor metáfora que la suya para la patria de nuestros días: el Perú es hoy El huerto de los alientos, ora contenidos, ora expulsados con total obnubilación, confrontados y sumergidos en un odio insensato los que, ayer nomás, eran ánimos hermanos y afrontaban el futuro unidos y con algún grado de optimismo.

En ese orden de ideas, si los poetas somos locos sagrados, que profetizamos en nuestros versos, junto al poemario que presentamos, imagino que ninguno representa mejor el momento actual que el verso final de Los dados eternos de César Vallejo:

“porque la Tierra (el Perú)
es un dado roído y ya redondo
a fuerza de rodar a la aventura,
que no puede parar sino en un hueco,
en el hueco de inmensa sepultura”.

Dicho esto, alejémonos por un momento del Cementerio general que será pronto este reino (el título del poemario de Tulio Mora que también se realizará para el Perú), y entremos en El huerto de los alientos.

Si el divino Borges hablaba de la ambrosía de la uva, “vino del mutuo amor y de la roja pelea” creo que este libro responde a esa calificación. Este poemario añejado tiene gran equilibrio, y en él encontramos sucesivos y diversos matices, algunos ya conocidos, como el inquisidor cuestionamiento a la ciudad, o la misantropía de quien está de vuelta de todo; sin embargo, mantiene toda su aspereza, su vigor y su agresividad, lo que le hace único, extraordinario e irrepetible.

He de confesar que El huerto de los alientos me ha hecho volver a la vertiginosa década de los noventa. En su revival de canto urbano, de erotismo masculino y sin freno, de elogio a los amigos, de cigarrillos y trasnoches, me he sentido joven otra vez. Quizás esto último hace que este libro se vuelva, en su lectura, entrañable para mí.

En poemas tales como “Confesiones de un descreído”, “Alabanzas del desorden”, o “Tres poemas con tres toques mágicos” me he hallado en mis veintitantos, leyendo con mi grupo, el Movimiento Cultural Neón, transitando febril por las calles del centro de Lima, de Jesús María, de Lince, de Barranco, en las Universidades. Me he vuelto a ver reflejado en los espejos de los hoteles baratos donde amaba con desafuero a mi primera mujer, y con culpa (pero con no menos frenesí) a mi primera amante. Por eso le agradezco a Luque, porque gracias a él y a su libro El huerto de los alientos “por estas calles [yo también] he buscado el tiempo que dejé en los bares”.

Entremos en materia. A mi juicio, hay dos elementos centrales en la poesía de Luque: el erotismo impúdico, misógino y viril, y Lima, ciudad maldita, monstruosa como una Gorgona, feroz como un tigre de bengala hambriento.

En primer lugar, quédome con el erotismo sin sutilezas de su poemario. A duras penas me es posible trazar la tenue frontera entre la pornografía y el erotismo: es tan traslúcida como una gota de sudor. En esa cartografía corporal Luque se conduce sobria y delirantemente (no es una contradicción: en el sexo se es posible ser suave y firme, abandonarse al placer sin perder la perspectiva consciente de aquello que se hace) al mismo tiempo.

En ello Luque sigue a otra deidad: el divino Octavio Paz. El erotismo, de acuerdo a Octavio Paz está vinculado con la poesía. En su conocido ensayo, La llama doble, Paz afirma lo siguiente:

“La relación entre erotismo y poesía es tal que puede decirse, sin afectación, que el primero es una poética corporal y que la segunda, es una erótica verbal. (…) La imagen poética es abrazo de realidades opuestas y la rima es cópula de sonidos; la poesía erotiza al lenguaje y al mundo porque ella misma, en su modo de operación, es ya erotismo. Y del mismo modo: el erotismo es una metáfora de la sexualidad animal”.

Con esta idea en mente, Luque realiza una exploración del cuerpo de la amante y de su propio cuerpo en este poemario cargado de erotismo. Para nuestro poeta, el amor erótico sólo es posible alcanzando al otro, a la otra mitad, pero marcando su distancia, donde la orilla que hay cruzar es la pareja amorosa, y a partir del encuentro con ella se completa el proceso de auto conocimiento. El yo no se realiza sin el tú en su poesía. Por eso nos dice en Confesiones de un descreído: “ebriamente bebo / del vaso de tu pubis”.

Como poeta hormonal, Luque quiere aludir a su propio sexo en la otredad de su amante, enuncia su sexo pero subordinado al manejo de ella, quien lo hace reaccionar, lo sacude con ímpetu, lo emplaza a existir en cuanto goza y se realiza en el eros, y se completa en su locura orgásmica. El huerto de los alientos afirma la sexualidad del poeta, sienta las bases de su experiencia vital: en este libro la evocación tiene conocimiento de causa. El poeta nos lo explica en su poema No sé de qué otra forma decirlo: “Como una hembra también puedo gemir y llegar a tu puerta  / llegar como la noche el frío que acaricias”.

En otros momentos, a nuestro autor le importa el sexo por los vestigios que deja en su yo, por la materialización de la amante en cada relación satisfactoria, por la capacidad que ella posee al  desplegar todos sus esfuerzos para culminar en el poeta su anhelo erótico, y demostrar que él está subordinado a la experiencia vital que de la cual su amante es agente imprescindible. Sólo así nos explicamos el verso del poema Sobre tu sonrisa: “Porque soy un animal inhalo la poesía que expele / tu vientre”.


El erotismo de Luque responde a los sabores femeninos de fin de siglo, al cínico convencimiento que para amar de verdad a una mujer hay que odiarla, que no sea posible conservarse indemne de su instintiva y luciferina capacidad de enloquecernos, de seducirnos, de perdernos.

De creer, ilusos nosotros, que somos conducidos a la cima, como escribe el poeta: “Yo debí ser Dios y no el hombre que recitaba su vientre como un poema”, en realidad, luego somos coronados, pero no de laureles ni de estrellas, y así se lamenta el vate “como cuando me traicionas con tu piel de niña / y tu alma ramera”. Y es que el amor a la mujer es la única piedra con la que el hombre se tropieza más de dos veces.

Sugestivo en su misoginia, Luque aplica el consejo de Friedrich Nietzsche, quien escribió: “el verdadero hombre pretende dos cosas: el peli­gro y el juego. Por eso quiere a la mujer, que es el juguete más peligroso”. Y también, el de Honoré de Balzac, que expresa: “Cuando las mujeres nos aman, nos perdonan todo, incluso nuestros crímenes; cuando no nos aman, no nos dan crédito de nada, ni siquiera por nuestras virtudes”.

Por eso, el poeta maldice a su amada con la ciudad. En el poema Las playas del ayer, dice: “y andarás ebria por estas calles oliendo a mi ternura”. Lima es la penitencia de la mujer perdida. Qué mayor castigo para las fariseas que esta pesadilla que llamamos capital: Lima se metamorfosea en el séptimo círculo del infierno de Alighieri al cual es arrojada la traidora.

Del mismo modo que para Sebastián Salazar Bondy, para Luque Lima es la ciudad Gorgona, una “máquina destructora de fantasmas”, que logra en todos una “enérgica limpieza del inconsciente del pueblo desviado de sí mismo por la petrificante Medusa pasatista”, como escribe en ese libro que muchos conocen pero que nadie lee, Lima la horrible. Esta metáfora salazariana es extraordinaria, pues así como Medusa podía matar después de muerta, y nada se resistía a la visión de sus ojos terribles, Lima es, para Luque, “un cementerio gris sin placeres”, como nos expresa en Poema. No hay esta ciudad muerta espacio para ninguna satisfacción, ni  siquiera para la necrofilia, podemos concluir.

En Lima, por último, transcurre errabundo Manuel Luque, como señala en su poema A la distancia: “la ciudad que ahora recorro como ese aire fugitivo / que alguien olvidó inhalar a la distancia”.

Finalicemos este comentario emplazando a Manuel Luque, una vez que ha pasado por esta poesía erótica y urbana, misógina e insolente, políticamente incorrecta, que ha salido de la soledad aprehendiendo y poseyendo a la amante en su poesía, y revalorado el acercamiento al otro en el amor como fuente de conocimiento que brinda la sensación de satisfacción y complementación del yo, a convertirse en un poeta de toda la acción humana.

Con esa esperanza, celebro la valentía, la serena misoginia, el arrebato, la generosidad y el aplomo de Manuel Luque en ofrecernos este poemario suyo, El huerto de los alientos. Que la vida le dé el coraje suficiente para seguir publicando.

Muchas gracias
(Fin)