viernes, 30 de diciembre de 2011

Narrativa y Poesía en pdf de Ediciones OREM


Para deleite vuestro los amigos de Ediciones OREM nos hacen llegar sus publicaciones en pdf de Poesía y Narrativa. Así que a disfrutar, visitando los siguientes links.

http://mediafire.com,


[Ediciones OREM]
 
 
[programa cultural Através del espejo]
 
 
[blog de cuentos]


[personal]
 
 
Gracias a nuestro amigo poeta, docente, editor y director de Ediciones OREM, Oscar Ramírez, por compartir sus trabajos desde la hermosa ciudad de Trujillo para el Mundo.
 
 
                                   Manuel Luque
                                   Lima, 30 de diciembre del 2011.

sábado, 24 de diciembre de 2011

La Sociedad NN y su buena poesía


En este 2011 salió a la luz el libro de poesía SOCIEDAD NN de cuatro jóvenes poetas de Cerro de Pasco. Poesía cálida, vertiginosa y vivificante  a pesar del terrible frío que entumece los huesos por esos lares. La SOCIEDAD NN publicó a todas luces con voz emergente su buena poesía, poesía que no solo cala los oídos sino el corazón y el alma del lector. Porque la buena poesía está en aquellos que gozan al escribirla más allá de las formas y estructuras. Y estos amigos de la palabra han logrado sembrar calidad.

Cerro de Pasco, tiene poetas, tiene una tradición literaria de escritores consagrados y nóveles. Tales como: César Pérez Arauco, Luis Pajuelo Frías, Ángel Garrido, Alejandro Padilla, David Eli Salazar, Albert Estrella, Víctor Maldonado, Manuel Alanya, Bruno Colqui, Giancarlo Morales, Luis Puris (SOCIEDAD NN), entre otros escritores que formarán parte de esa tradición literaria cerreño.

Así que les dejo para deleite suyo estos poemas.



YO TAMBIEN
Quiero ser adoptado
Por cualquier
Mes no festivo
Por cualquier
Cráter de cartón
En ese ocupado rincón
Donde descansan
Los adornos agrios
Y la nieve disfrazada de algodón

Dices tú
Que me exilio
Que desconfío de los abrazos

Yo no digo nada
Es que
Se metieron
Astillas de pino
En mi palabra.

                          Manuel Alanya



JINETE
Cabalgo en la soledad
y aún me queda algo,
me queda cinco lustros para saber,
cinco estaciones y cinco navajas,
cinco gotas más en el fondo;
me queda el misterio blanco,
el arcano sabor de mi espalda,
el exótico telón moreno y exótico mañana;
me queda el nacimiento,
raíz de veladas y raíz que va,
raíz separada por el viento.

Cabalgo en la soledad
Y aún me
Elevo las barbas,
Y todavía
Me hunden
Tus caricias

Cielo.

                        Bruno Colqui



FUE
Esa fe
De las rocas
Que
Creen que
Pueden                         parar al río, esa fe de los poemas
Creerse eternos
                                       Y se pierden en cada en cada lengua
En cada sueño…al
      Final sólo insectos bajo las piedra.

                         Giancarlo Morales




MOMENTOS
Cigarrillos (una cajetilla de a 12)
Mientras caminamos desnudos
Como el principio en el Edén hebreo
            Cigarrillos, eso es todo
Mientras el placer de respirar
Me coge del cogote y me eleva al infinito
            Mientras olvido la cena
            Mientras un poco de hachís
            Se entremezcla al tabaco
Y así logramos enclavarnos al infinito
            Emulando a Gautama,
            Así nos echamos a dormir
            En este lugar
Testigo de los más grandes desvaríos.

                       Luis Puris



                                                   Manuel Luque
                                                   Lima, víspera a la navidad, diciembre 2011

lunes, 19 de diciembre de 2011

LIBROS DE POESIA PERUANA PUBLICADOS EN EL 2011



Debe ser una suerte (de antipoesía), hoy en día, publicar libros de poesía en el Perú por las  decenas de editoriales independientes que facilitan y hacen posible de que lleguen  a las manos del lector un libro tan suculento como un manjar o un bocadito agridulce. En ese sentido, hay libros para todos los gustos; ya sea en temática, estructuras, ritmos, etc. Por eso, querido lector, aquí tiene una lista de unos cuantos libros para deleite suyo. Usted tiene la última palabra.


-Astronomía de César Toro Montalvo (AFA Editores)

-El arribo de un extasis violento  de César Pineda (Toro de trapo Editores)

-Po – Etica  Albert Estrella (Imprenta Editorial Punto Com)

-Mares de Diego Lazarte  (Casa Katatay)

-Codex de los poderes y los encantos de Martín Rodríguez Gaona (Olifante)

-El huerto de los alientos de Manuel Luque (Ediciones Letras en Llamas)

-La lluvia nos detiene  de Roy Dávatoc (Eclosión Editores)

-El pez alado de Katerin Lázaro (Vagón Azul Editores)

-Quise decir adiós de Enrique Sánchez Hernani (Fondo Editorial Cultura Peruana)

-Agape de Espectros de Felix Méndez (Casa Katatay)

-Detrás de las Ventanas de Paolo Astorga (Toro de Trapo Editores)

-Como una hoja drogada por el viento Michael Jiménez (Ediciones Letras en Llamas)

-Dactilar y Plural de Tito Esparza (Vagón Azul Editores)

-Latitud de fuego de Andrea Cabel (Borrador Editores)

-Rito Verbal – muestra de poesía peruana - de Raúl Heraud (Elefante Editores)

-Avenida sol/Greenwhich villaje de Odi Gonzales (Ediciones El Santo Oficio)

-Nuevas recetas para viejos problemas de Gianfranco Solís Pajuelo (Paracaídas editores)

-Bucólica polución de Erika Meier (Elepé Ediciones)

-Bástate alegría de Luis León Velásquez (Paracaídas editores)

-Roberts Pool Crepúsculos de Roger Santiváñez (Hipocampo Editores)

-La Estación de la Muerte de Manuel Luque (Toro de Trapo Editores)

-Tras el Cristal de Pablo Moreno (Ornitorrinco)

-Extenso de Mary García Calderón (Mesa Redonda)

-La niña que gobernaba la noche de Patricia Temple (Mesa Redonda)

-Ondinas de Navale Quiroz (Ushuaia)

-Canción de Verano de José Valle Alba (Santo Oficio)

-Notas de un suicida de Diego Cano La Torre (Atalaya Editores)

-Soundtrack de Carlos Lujan Andrade (Del autor)

-Diario Haiku de David Collazos (Casa Katatay)

-Piedralaventanaelcielo de Pablo Salazar (Paracaídas)

-Estetica de las Revelaciones de Cromwell Castillo (Cascahuesos Editores)

-Naturaleza viva de Rosina Valcárcel (Hipocampo Editores)

-Callada fuente de Sonia Luz Carrillo (Paracaídas Editores)

-Von de Laura Rosales (Lustra Editores)

-Ego de Miriam R. Krüger

-Fragmentos de una manzana y otros poemas de Miguel Ángel Zapata (Sibila)

-Sociedad NN  de Manuel Ivan, Bruno Colqui, Giancarlo Morales y Luis Puris (La guerra florida Editores)

-Cartas desde la azotea de Domingo de Ramos (Mesa redonda)

-Balada del asesino de Mixha Zizek (Tranvías)

-7  de Jorge Flores (Paracaídas editores)

-Berlín de Victoria Guerrero (Intermezzo tropical)

-Casa abandonada/Casa amarilla de Miguel Ángel Sanz Chung (Lustra Editores)

-Taller subverso de Giancarlo Huapaya (Casa Katatay)

-Gradus de Roy Dávatoc (Pohemia Lux)

-Sacra Cofradía de Julio Benavides  (Vicio perpetuo editores)

-El elegido de John Martínez (Casa Katatay)

-Sombrero de Salamandra de Javier Sánchez (Hipocampo Editores)

 

                                              
                                               Manuel Luque
                                                Lima, diciembre del 2011.



domingo, 18 de diciembre de 2011

Presentación de la plaqueta "Amores de insomnio" de Eduardo Vílchez y recital poético

PRESENTACIÓN DE LA PLAQUETA
Amores de insomnio


COMENTARIOS

Luis Morón - Vladimir Rodríguez - Raúl Jurado - César Reyes

RECITAL POÉTICO

Estefany Yaringaño, Diana Liviampoma, Diana Rojas (Eje del Caos), Guido Rivadeneira (3 Líneas) Manuel Luque, José Gahona y Alumnos y alumnas del 8vo. Ciclo de la UNE.

Martes, 20 diciembre
2:30 pm.
 Pabellón  A - 2do Piso - Facultad de Humanidades - UNE Enrique Guzmán y Valle

martes, 13 de diciembre de 2011

2do Festival Internacional de Poesía "Grito de Mujer" 2012


2do. Festival Internacional de Poesía
“Grito de mujer” 2012


 
Con la participación de alrededor de 28 países invitados a nivel mundial y por encima de 60 eventos programados, será realizado durante todo el mes de Marzo 2012 el 2do. Festival Internacional de Poesía “Grito de mujer” el cual será coordinado en todo el mundo por el Movimiento Mujeres Poetas Internacional (MPI) con el apoyo de sus embajadores de Buena-voluntad, seguidores, instituciones solidarias, etc. Este festival tiene como objetivo reunir a hombres y mujeres poetas, músicos, actores y artistas en diversos países, para rendir un merecido tributo a la mujer durante todo el mes de marzo y extender un grito de “¡Ya basta!” a la violencia que se ejerce en contra de ésta. “Grito de mujer” es una creación conceptualizada y diseñada por la escritora dominicana Jael Uribe, Presidente y Coordinadora directa del Movimiento con sede en la República Dominicana.
Como embajadora del MPI, la poeta, escritora y gestora cultural trujillana Karina Bocanegra Salcedo, coordinadora general de la promotora cultural DIABLOS AZULES, se suma a esta gesta poética de inclusión y equidad de género para alcanzar la reivindicación global de las mujeres a todo nivel, revalorizar la figura de la mujer en las sociedades contemporáneas, acabar con el machismo y la represión, y sobre todo, visibilizar a las mujeres poetas...
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Blog: Café Sideral
Facebook: Karina Luz Belle Bocanegra
Contacto: karina.luzbelle@gmail.com
Movil: 051 044 948305525

"Je est une autre" (Rimbaud)

lunes, 12 de diciembre de 2011

Presentación del libro: "Rito Verbal" de Raúl Heraud


PRESENTACIÓN DEL LIBRO: “RITO VERBAL. MUESTRA DE POESÍA PERUANA 2000 – 2010” DE RAÚL HERAUD ALCÁZAR (VÍA ELEFANTE EDITORES)

Elefante Editores” en auspicio con Perú Mac S.A.C y Vagón Azul Editores invita al público en general a la presentación del libroRITO VERBAL. Muestra de poesía peruana 2000 – 2010trabajo realizado por el poeta peruano Raúl Heraud Alcázar el cual será presentado el día viernes 16 de diciembre a las 6:00 p.m. en las instalaciones de La Casa de la Literatura Peruana.
Presentan:

-          Hildebrando Pérez Grande (UNMSM)
-          Miguel Ildefonso
-          César Pineda Quilca.

INGRESO LIBRE
Elefante Editores agradece su presencia.
A continuación damos la relación de los 42 poetas que aparecen en esta oportunidad:
Indira Anampa, Paolo Astorga, Josué Barrón, Eduardo Borjas, Andrea Cabel, Claudia Cáceres, Arianna Castañeda, Denis Castañeda, Cromwell Castillo, Jean Marie Cook,  José Córdova, David Del Águila, Dalia Espino, Ana María Falconí, Renato Felices, Rafael García Godos, William Gonzales, Paul Guillén, Raúl Heraud, Giancarlo Huapaya,  David Jiménez, José Jiménez, Michael Jiménez, Diego Lazarte, Enrique León, John López , Giuliana Llamoja, Vanessa Martínez, María Miranda, Joe Montesinos, Wilver Moreno,  Karina Moscoso, César Panduro, Melissa Patiño, César Pineda, Víctor Ruiz,  Oscar Saldívar, Adrián Terán, Karina Valcárcel, Denisse Vega, Miguel Ángel Vera, Martín Zúñiga.


Fuente:
http://nidodepalabras.blogspot.com/

jueves, 8 de diciembre de 2011

Zumbayllu nº 7 por el escritor peruano Roger García / Primera Parte

Zumbayllu
      Nro.07                                   Noviembre 2011

EL NUEVO SENTIDO
HISTÓRICO DEL INDÍGENA EN EL PERÚ


PROPÓSITO DE LA CARÁTULA:
BRUNO PORTUGUEZ

José María Arguedas
(1911-2011)




«En la literatura, José María Arguedas es a Mario Vargas Llosa, lo que en la política fue José Carlos Mariátegui  a Haya de la Torre. Ahora que en el país se abre la posibilidad de convertir la polarización y la frustración en reconciliación, la vida  y obra de JMA retoman la vigencia que nunca debió subestimarse.»
Gabriel Uribe

Apuntes para un paralelo entre Mario Vargas llosa y José María Arguedas, en el contexto de la ola revolucionaria que les toco vivir;
ARTEIDEA  Nro. 14
VORTICE  Nro. 28






PINTURA DE  EVER ARRASCUE




  BIOGRAFÍA

José María Arguedas nació en Andahuaylas, en la sierra sur del Perú. Proveniente de una familia mestiza y acomodada, quedó huérfano de madre a los dos años de edad.  Sus estudios de primaria los realizó en San Juan de Lucanas, Puquio y Abancay, y los de secundaria en Ica, Huancayo y Lima.
Ingresó a la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos, en 1931; allí se licenció en Literatura, y posteriormente cursó Etnología, recibiéndose de bachiller en 1957 y doctor en 1963. De 1937 a 1938 sufrió prisión en razón de una protesta contra un enviado del dictador italiano Benito Mussolini. Paralelamente a su formación profesional, en 1941 empezó a desempeñar el profesorado, primero en Sicuani, Cuzco, y luego en Lima, en los colegios nacionales Alfonso Ugarte, Guadalupe y Mariano Melgar, hasta 1949.  Fue Director de la Casa de la Cultura (1963-64) y Director del Museo Nacional de Historia (1964-66). En el campo de la docencia superior, fue catedrático de Etnología en la Universidad de San Marcos (1958-68) y en la Universidad Agraria La Molina (1962-69). Agobiado por  con flictos emocionales, puso fin a sus días disparándose un tiro en la cabeza.
Su obra narrativa refleja, descriptivamente, las experiencias de su vida recogidas de la realidad del mundo andino, y está representada por las siguientes obras: Agua (1935), Yawar Fiesta (1941), Diamantes y pedernales (1954), Los ríos profundos (1958), El Sexto (1961), La agonía de Rasu Ñiti (1962), Todas las sangres (1964), El sueño del pongo (1965), El zorro de arriba y el zorro de abajo (publicado póstumamente en 1971). Toda su producción literaria ha sido compilada en Obras completas (1983). Además, realizó traducciones y antologías de poesía y cuentos quechuas. Sin embargo, sus trabajos de antropología y etnología conforman el grueso de toda su producción intelectual escrita, y no han sido revalorados todavía.



EL NUEVO SENTIDO HISTORICO DEL CUZCO

       Por José María Arguedas

Se ha interpretado siembre la palabra K’osk’o como que significa ombligo, es decir, centro y ojo del imperio, cuando el Perú fue el imperio de los Incas. Residencia del Inca, hijo del Sol y padre universal de todos los indios, la gran ciudad legendaria de la que se hablaba en los confines del Imperio como de algo extraterreno y maravilloso, La ciudad dentro del arte, de la riqueza, de la sabiduría y del poder.
Durante las fiestas principales, los nobles bailaban en las grandes plazas con la mejor música que había creado el hombre de este lado del Nuevo Mundo; luciendo sus vesti­dos más hermosos, ñustas y príncipes danzaban, ofrendan­do al Sol y al Inca su arte más noble y el arte más perfecto de tejedores, orfebres y joyeros. Era, el centro, el dueño de la fiesta, el Inca, el Padre Amado, el Solo, el Único; para él la alegría, la luz y el fuego de los artistas, la hermosura del cielo y de las nubes, de las’ flores y de las aves, del oro y de las piedras preciosas. La ciudad del refinamiento; lo mejor de las provincias era llevado allá para que adornara la resi­dencia del Inca. Y los mejores de entre los hombres: los amautas y los poetas, los músicos y los alfareros, los pinto­res y los arquitectos, los tejedores y los joyeros; y los prín­cipes, los nobles y los dioses de todos los pueblos y las mu­jeres más hermosas. ¡K’osk’o! La gran ciudad; en-las pro­vincias lejanas, y aun entre los pueblos guerreros mas so­metidos, al oír su nombre surgía en las almas la imagen de lo insuperado, lo inigualado, de lo único perfecto, y de la más alta y suprema hechura del hombre.
El peregrino, el mensajero o el visitante que llegaba a al­guna de las abras desde donde ya se divisa la gran ciudad, se prosternaban con el más profundo respeto para decirle: ¡Napaykukuykim jatum K’osk’o!, ¡yo te saludo, oh gran ciudad! Y después podía contemplar la capital, el centro del mundo.

Las abras que rodean al Cuzco son lejanas; los cerros, ca­si por todos los lados del horizonte, se levantan azules, en­tre la bruma de la distancia; parecen mirar a la ciudad con el respeto antiguo, imperial y mítico, rodearla y defenderla de los vientos y de la intemperie, pero sin olvidar que es la resi­dencia del hijo del Sol, del Señor de la belleza y de la fuer­za, descendiente del que formó el Universo. Por las tardes, en el crepúsculo, esas montañas enrojecen, como grandes es­pejos iluminan la ciudad, embellecen más aún la luz del sol; en sus faldas oscuras la luz amarilla se hace honda, grandio­sa y humana; como espejos reflejan el crepúsculo sobre los barrios y sobre las plazas; el crepúsculo hecho luz amarilla, resistible y vuelta en puro color, en pura luz hermosa. En esa claridad, así iluminada, la ciudad, hoy mismo, es otra vez sagrada, mítica, y el alma del hombre que en ella mora se prosterna. Y cuando cae el crepúsculo, mientras tocan las campanas, el cielo oscurece, la sombra avanza sobre el fuego de las nubes, en oleajes profundos, como cansada, el cielo parece hundirse más; y la gran ciudad cambia en armonía con el horizonte y el cielo; ambos, el universo y ella se trans­miten su palpitación, su dolor y su agonía... Cuando ano­chece, y desaparece el cielo, mientras aún tocan las campa­nas, prenden los focos de la luz eléctrica; y hay que irse a la gran plaza de armas para seguir contemplando la ciudad en la cúpula y en las torres de los templos.
No es sólo la ciudad. Los indios captan la belleza del mundo en sus grandes ciudades, perseguían la unidad entre el horizonte, el cielo y el paisaje con la urbe; hacían de la ciudad la imagen del universo, el mirador de la belleza del mundo en su sitio más excelso y sensible: Cuzco, Cajamarca, Machupicchu; ciudades vivas o muertas, el hombre que entra en ellas es despertado en todo lo que tiene de superior y sen­sible; y su sed de belleza, de ensueño, de armonía y de infi­nito es rebasado y herido.
Los conquistadores demolieron casi toda la ciudad y des­truyeron la obra que había costado siglos de trabajo y de perfeccionamiento al genio creador del indio; convirtieron las joyas más preciadas en vulgar oro, exterminaron a los príncipes y destrozaron las canchas los templos y las plazas. Todo el imperio lloró por la destrucción de la ciu­dad que era la obra maestra de los indios; se estaba destro­zando el verdadero corazón del mundo indio, sus ojos, su centro, su, cerebro, su juez en arte y sabiduría: «Y yo me acuerdo por mis ojos haber visto á indios viejos, estando a la vista del Cuzco, mirar contra la ciudad y lanzar un alarido granado, el cual se les convertía en lágrimas salidas de triste­za, contemplando el tiempo presente y acordándose del pa­sado»..., dice Cieza de León, un español, cristiano de espíri­tu, que vio aquella destrucción y ese dolor.
Se acabó el Cuzco imperial, sobre sus ruinas se pelearon los mismos conquistadores, y allí encontraron su tumba Gon­zalo Pizarro y el otro, Diego de Almagro. Y empezó el lar­go, oscuro y, terrible tiempo de la agonía en que el espíritu indio, la sangre india había de recomenzar otro destino; des­tino que llegaría a su alba, a su nueva luz, después de este oscuro tiempo de lucha, de dolor inmenso, de golpes y de bárbaro sufrir. Alba y nueva luz cuyo símbolo vivo acaso volvería a ser la misma ciudad imperial antigua, transforma­da, convertida en otra, en sus barrios, en sus plazas, y en el espíritu de sus hombres; pero bajo el mismo cielo, protegida por los mismos aukis  lejanos, gigantes y hermosos, bajo los mismos vientos, bajo las mismas estrellas; pero nueva en su sentido imperial, en su destinó, en su símbolo y en su mundo.

El Cuzco no podía ser destruido como residencia; como ciudad había sido hecha para la eternidad, tenía geográfica­mente cuanto el hombre busca para asentar su morada. Y. los conquistadores se quedaron en ella. Transformaron la ciudad hasta donde pudieron, según la exigencia de su cul­tura, de su religión y de su sentido de lo urbano. Esa obra duró siglos, a pesar de que se hizo de prisa. No pudieron o no quisieron derruir los cimientos de algunos templos y pa­lacios y sobre ellos construyeron templos y residencias; sin sospechar que esto también llegaría a ser un símbolo y una imagen del futuro mundo peruano, y donde quedaron esos cimientos quedaron las calles, se salvó lo suficiente para que siglos después la evocación del Cuzco imperial pudiera ser profunda y pudiera llegar hasta lo más recóndito del espíri­tu, aprisionándolo y deslumbrándolo, conmoviendo al hom­bre común y al artista, al historiador y al peregrino, y despertando con altiva fuerza el orgullo de todos los que pueblan ahora los territorios del antiguo imperio indio.
La transformación, que fue a la vez germinación, duró si­glos; pero los conquistadores siguieron en mucho la geogra­fía del Cuzco imperial, tuvieron que hacerlo; la espada de los invasores no pudo destrozar todo el cuerpo de la gran ciudad; sus casas, sus templos, la residencia de sus jefes prin­cipales, se alinearon en el orden inca, algunos de sus tem­plos se asentaron donde fueron los templos indios, en los si­tios que los incas habían escogido, y aun la plaza de armas quedó en la plaza imperial antigua. Así fue, y por eso la re­miniscencia y la evocación del Cuzco imperial ilumina con tanta fuerza; por eso la ciudad de hoy es todavía un poco mágica, cautiva, o inspira en quien entra en ella un secreto e inmenso respeto, lo exalta y lo subyuga. Esta continuidad y contraste entre la ciudad quechua y la castellana tiene una rara e imposible armonía; entre lo quechua en su base, en su genio, en su hondura, y lo español y su acabado, en la cima, en lo alto del muro que, sin embargo, tal parece a ratos, que comenzará desde la entraña misma, desde la honda raíz: de nuevo, símbolo e imagen del mundo peruano de hoy.
Pero aun hay otra causa que explica esta psicología del Cuzco: fueron los mismos indios los obreros de la reconstrucción de la ciudad al modo español; los conquistadores eran pocos para hacer de obreros y la conquista los había elevado a una inmensa categoría y no volverían jamás a em­plearse en menesteres de oficio y obrería; ahora eran due­ños, «werak’ochas», semidioses, ocupaban el lugar del Inca en mando y poder; dirigieron la transformación de la ciu­dad, pero manos indias desataron los muros incas, manos in­dias desgalgaron las piedras del Sacsayhuamán con las que se levantaron la catedral y los otros templos cristianos; obreros indios, artistas indios levantaron los nuevos palacios españoles, esculpieron las piedras, tallaron la madera de las grandes puertas y de los primeros altares. Este hecho fue de una importancia apenas calculable hoy que constatamos sus consecuencias: fue el primer camino abierto hacia la crea­ción del verdadero mundo nuevo en el Perú. A poco, los in­dios se convirtieron en los artífices preferidos y casi únicos, e infundieron su genio, su inspiración, su fantasía, su modo de concebir, de crear y de realizar el arte, en toda la estruc­tura, en el espíritu, en la fisonomía y en lo interior de toda esa nueva ciudad que germinaba del suelo o de los cimientos de la otra, de la de los incas, de la milenaria. Por eso los mo­numentos que hoy contemplamos en el Cuzco con exaltada admiración, desde la calle o por dentro; las torres y cúpulas de los templos, severas, levantadas bajo el cielo, hermosas e imponentes por sí mismas y por estar donde están, y los retablos y sus marcos dorados, los cofres y la joyería de los santos, el tallado increíble de los altares y de la piedra de los arcos; las puertas y ventanas de iglesias y residencias; el Cuzco entero de hoy tiene el hálito de lo indio, en ese con­traste imposible con lo español del que ya hablé, llamado contraste por sus dos elementos distintos, por la armonía y unidad en su esencia estética, y por la fuerza con que des­pierta y colma el ansia de belleza.

Destrozado el imperio, aniquilada la estirpe inca, organi­zada la servidumbre de los indios, hecho el reparto de tie­rras y pueblos entre los conquistadores; mientras los espa­ñoles levantaban el nuevo Cuzco, el recuerdo, el símbolo, el significado del Cuzco imperial se fue borrando en la conciencia de los pueblos disgregados, mutilados en su centro, esparcidos y colocados bajo otro sino y dentro de un nuevo orden en que fueron reducidos al último lugar. En pocas generaciones se olvidaron al Inca y a la ciudad centro y ojo del Imperio. Solo los pueblos cercanos, los de Vilcanota, los de Apurímac, los de los ríos sagrados y de los valles quechuas puros, siguieron y siguen prosternándose en las obras que cir­cundan la gran ciudad, cuando van a visitarla; hoy mismo, a la vista del Cuzco, ornada de catedrales y hecha ciudad cas­tellana, se descubren, y de rodillas la saludan con la antigua voz india: «¡Napaykukuykim jatum K’osk’o!». El Cuzco perdió así su significado imperial absoluto. Y comenzó un nuevo proceso.
En los siglos duros y brutales de la Colonia germinó un nuevo Perú que hoy parece muy próximo a su definición. El pueblo español llegó para fecundar el Nuevo Mundo, no  sólo a conquistarlo. Con la generosidad sin par y desenfrenada, propia de su sangre y de su espíritu, con violencia cruel e impaciente redujo al pueblo conquistado a la servi­dumbre, y no dejó un punto del gran Tahuantinsuyo donde no hubiera clavado su planta e impuesto su mandato; pero con la misma energía y desenfreno, pan y fruto de su vio­lencia, fecundó a ese pueblo, y multiplicó sobre la nueva tierra los árboles, las plantas y el reino animal superior de Europa. Pero los siglos, el medio, el paisaje, la inmensa ma­yoría del pueblo sojuzgado, modelaron, a pesar de todo, esa tremenda fuerza. Y los descendientes lejanos, los peruanos de hoy, han encontrado que también lo indio es su estirpe; y como el proceso ha de seguir, como los elementos determi­nantes seguirán influyendo y mandando, acaso más tarde esta estirpe india podrá ser la dominante.
Pero ha bastado la conciencia de hoy para que la anti­gua, la milenaria ciudad imperial empiece a cobrar su ex­tinguida categoría espiritual: centro y símbolo del Perú nuevo.
Y los hombres de las cuatro regiones -el anti, el kolla, el chinchay y el kunti-los que conocen la historia y tienen la conciencia del proceso y del destino dé este Perú más pe­queño, pero nacido del centro, del foco máximo de la cultu­ra inca; esos están empezando de nuevo a ir en peregrina­ción a la gran ciudad; y a la vista de ella, a su proximidad, también se descubren, como los indios quechuas, y al en­trar a sus calles lo hacen con la veneración y el orgullo de los antiguos indios, aunque en éstos es orgullo y emoción que viene de un espíritu más alto e iluminado.
Bajo el cielo nublado, cuando en el horizonte los aukis levantan su cumbre hasta la tiniebla de las nubes, el Cuzco es gris, acerado, como la tierra de las montañas que lo cir­cundan, del color del cielo, de las nubes, y de las piedras que también reciben y reflejan la sombra del horizonte. La fa­chada de los grandes templos parece más ancha, más alta, más severa y mejor. El crepúsculo o la sombra de las nubes es el color que mejor capta la ciudad; el oro, el gris solemne y penetrante de las grandes nubes o del oscurecer vespertino. En esa luz, las calles incas, estrechas, duras y clavadas en la tierra como las rocas. perpendiculares de granito, y su re­mate de balcones gráciles y castizos, se funden con una armonía; lo inca y lo castellano, con profunda sed, en indiso­luble y apasionada unidad estética; las cúpulas y las torres con los muros indios, los escudos blasonados con la piedra imperial donde fueron esculpidos. Y como la voz de toda esta unidad hecha de elementos bárbaramente extraños, unidad de genios, de razas, de mundos diferentes, fundidos por la obra del dolor, del tiempo y de la voluntad humana; voz áurea de esta nueva armonía, en el silencio de la aurora, a las cinco de la madrugada, canta la gran campana del Cuz­co, la «María Angola», con el oro inca refundido, hecho voz cristalina e inimitable. Porque cuando ella canta a esa hora parece que fuera realmente la voz de los aukis lejanos, de las estrellas y del cielo, de la ancha quebrada oscura, de las ca­lles vacías, y del propio corazón sensible de quien la escu­cha, del espíritu transido o exaltado de quien bajo la gran ciudad ha esperado hasta el alba.  

                                   En La Prensa, Buenos Aires, 19 de octubre de 1941.




 

lunes, 5 de diciembre de 2011

La Muerte tiene una Estación por Karina Bocanegra Salcedo


La Muerte tiene una estación
Sobre el último poemario de Manuel Luque

El grandioso Dante y su Divina Comedia nos empalaga de muerte, dolor y llanto; pero también de sublimación, de lucha por la vida, de iluminación. La muerte constituye una piedra angular al momento de poetizar, grandes maestros (as) del Arte poética aluden a este estado que le da fin a nuestra existencia de manera irreductible y en ocasiones, obsesiva. No es pues, coincidencia, que el poeta limeño Manuel Luque (1974) intente dibujar la estación donde descansa esa bella dama mustia, cuya negrura es tan profunda como su belleza y al mismo tiempo, como su miseria. “Esta es la estación de los alaridos: Llantos de niños sin padres, maltratados, violados, con hambre, con frío, explotados (…) Un grito estentóreo esculpido en la punta del lápiz. Ésta es la estación donde habito, donde dejo regada toda mi humanidad.” El poeta se siembra en el dolor como si éste fuera verde pasto o esponjosa nube, se alimenta de la muerte, sufre su humanidad, se embriaga.
Haciendo uso la prosa poética, Luque cierne las palabras sobre el (la) lector (a) acompasada pero desgarradoramente, no tiene reticencias ni guarda solemnidad, la desnudez completa es su consigna: “Para cuando leas estas líneas yo estaré cruzando las fronteras del olvido.” En esta cuarta entrega, su poesía es abruptamente honesta y frágilmente humana. En tal sentido, el poeta nombra con desparpajo la realidad de un gran número de sedientos que aspiran copular con la poesía escondiéndose en el Refugio: “…y chelean hablando de sus últimos libros,/de sus recitales de lluvia ácida y se jactan/pero sus versos están regados en las calles del olvido…”
Alejandra Pizarnik decía que escribía para callarse, de ella concluimos que el poema perfecto, el poema soñado, es el silencio. Pero es también la locura, la muerte, el olvido, una razón suficiente para no escribir. He ahí la razón de los poetas.

                                                     
                                                           Karina Bocanegra Salcedo
                                                           Trujillo, noviembre 2011.



domingo, 27 de noviembre de 2011

"POETAS EN LA VIEJA CANTUTA" por Raúl Jurado Párraga

La Cantuta y sus problemas cotidianos. La Cantuta y su campus verde. La Cantuta y sus viejos profesores. La Cantuta y sus sueños y dentro de ese ambiente los jóvenes poetas.  La Cantuta no es ajena a mostrarse con lozanía y frescura  en la mirada de sus creadores.  La Cantuta del pasado y su esplendor de viejos MAESTROS, no profesores. Como no recordar los pasos de: José María Arguedas,  Luis Jaime Cisneros, Manuel Moreno Jimeno, Juan Gonzalo Rose, Washington Delgado, Miguel Gutiérrez, Oswaldo Reynoso, Félix Huamán Cabrera, etc. La Cantuta y su frágil actualidad de “cambios y resistencias”. Es en ese lugar que nace la poesía cantuteña. Poesía de afirmación, de hallazgos, de rupturas, de búsqueda. Atrás queda la imagen de Manuel Morales quien publicó su único libro: Poemas de entrecasa (1969) en las gastadas máquinas offset de nuestra universidad. Atrás quedan Algemiro Pérez Contreras, Artidoro Velpatiño.


Hoy por estos tiempos la poesía vuelve de la mano de varios poetas jóvenes: Manuel Luque  (Lima, 1974) ensayando el rumor de una poesía “bronca y callejera”, un grito versal de la existencia en su libro: “La Estación de la muerte” (Toro de trapo editores, 2011). Con anterioridad Luque nos había entregado su libro: Huerto de los alientos bajo la mano de ediciones letra en llamas. Breve libro que compendiaba su trabajo poético de 1997 a 1999. Luque sorprende por su vuelta al reino de la poesía. Ojalá no huya por el silencio porque sus versos ya están llamando las puertas de la madurez poética.




Paolo Astorga (Lima, 1987)  nos entrega esta vez su libro: “Detrás de las ventanas” en la joven editorial que ha publicado el libro de Manuel Luque. Astorga va con mano firme y ardiente sabia consolidando su trabajo. A pesar de su juventud es un “viejo creador” de otros  libros: Anatomía de un vacío, Sin llegar a lo invisible, De Lima a Chosica. Astorga en este último libro afirma la pasión de la existencia del hombre, ese ser que transita sin temor por la pasión de las palabras.


César Pineda Quilca  (Lima, 1980) es el otro poeta quien nos entrega su libro inicial: “El arribo de un éxtasis violento” (Toro de trapo editores, 2011) un poemario donde la brevedad de los poemas permite la construcción de una poética que permite que el poeta ensaye una poética. Hay una construcción del “hacer, del querer, del sentir” poesía. Pineda es consciente de su trabajo, no alardea sino que intenta con sencillez mostrar el campo de una poesía aún balbuceante, pero de llamativo minimalismo conceptual. Pineda va construyendo con fragmentos la totalidad de su trabajo creativo.


Roy Dávatoc (Jaén, 1981) se convierte en el joven editor de los tres poetas anteriores desde su casa poética (Toro de trapo editores), pero Dávatoc  también nos regala un pequeño poemario titulado: La lluvia nos detiene (Eclosión Editores, 2011)  donde los textos se tiñen de sentimientos que marcan los pasos de la frustración, de la agonía y la poética catártica de la existencia.

Los  poetas y La Cantuta. La Cantuta y sus poetas. Cuatro poetas que pueden ser más si agregamos a la poeta Karina Moscoso y José Jiménez Cruz que forman parte de este inusual colectivo poética en los “salones abiertos de la vieja Cantuta”.

Fuente 1 (Piel de brujo):
Fuente 2 (Nido de Palabras):