Fernando Chelle. Poeta, ensayista y
crítico literario uruguayo nacido en la ciudad de Mercedes en 1976. Autor de
los libros, Poesía de los pájaros
pintados (Colombia 2013) Curso
general de lectoescritura y corrección de estilo, guía para formular escritos
correctos (Colombia 2014) El cuento
fantástico en el Río de la Plata (Colombia 2015) y Muelles de la palabra (Colombia 2015). Ha formado parte de
diferentes antologías poéticas. Sus poemas, ensayos y críticas literarias se
han publicado en revistas, periódicos y portales literarios de Argentina,
Brasil, Chile, Colombia, Cuba, EE.UU, España, Italia, México, Perú, Puerto Rico,
Uruguay y Venezuela. Administra el blog
de autor PALABRA ESCRITA donde publica sus trabajos.
Aquí una selección de poemas de su cuarto libro “Muelle de la palabra”
MUELLES DE LA
PALABRA
La evanescencia de la palabra me salva del mundanal ruido,
las hay sentimentales, impresionistas, pintoras,
son muelles del verbo eterno
que nos roza en la garganta,
en los pulmones.
El himno gigante sigue anunciando
y corre, se ramifica y como siempre
se dilata en nuevas sombras.
Las páginas brillan,
ahora resplandecen y se modifican,
pero son páginas,
no humo, perfume, sonido o viento.
La palabra
cabalga sus nuevos corceles,
compañeros del poeta
que sigue cantando, gritando, viviendo,
ahora despojado del métrico corsé
y de la rima represora,
ahora lejos del mármol y las escalinatas
camina por las calles con todo el pecho al viento.
La palabra ya no quiere ser el queso de las ratas,
quiere estar ahí, inmediata y cotidiana,
enamorada de los guantes, las calles,
la sopa y las colmenas.
Preferí beber tus ismos,
zurcirte, engarzarte y presentarte
pura, directa y palpitante,
con un verbo libre que viaje
hacia asideros que lo terminen de nacer,
donde habitan mis cómplices,
mis hermanos.
EN EL PRINCIPIO SERÁ
LA LUZ, ENTRE OTRAS COSAS
Es un lindo día para nacer
para ver la luz filtrarse entre las hojas de los árboles
y sentir como el viento sopla y muerde las ventanas.
Quien naciera en este día
podría observar un cuerpo que escribe
tapado en una cama,
un brazo solitario y hacendoso fuera del abrigo
trasladando el pensamiento
transmutando las ideas
plasmando mundos en un viejo cuaderno.
Pero hay más,
si alguien naciera en este día,
al menos en este sitio sin bombas ni lamentos,
podría oler el café y la tierra mojada.
Quizá nazca llorando por el impacto
por la violencia del cambio,
pero al ver,
la luz filtrarse entre las hojas de los árboles
al sentir,
el viento soplar y morder las ventanas
al contemplar,
el cuerpo de un hombre que escribe tapado en una cama
y oler,
el café y la tierra mojada
pensaría,
¡qué lindo día para nacer!
ME QUEDA LA PALABRA
La palabra rompe el velo de la realidad
para dar lugar a otra,
más rica, diversa y polifacética.
Esplendor desconocido de los sentidos,
blanco, negro y de colores caprichosos.
Palabra de vida que me advierte de la muerte,
frondoso paraíso de la niñez
donde descanso, reposo y sueño.
ODA A LA PÁGINA EN
BLANCO
La página en blanco es generalmente blanca
y el blanco alude a su vacío
a la nada que contiene
a la posibilidad infinita de discursos
a la ausencia de letras, de palabras.
La página en blanco
es una invitación a la fiesta del lenguaje
quiere que la violen
pide que la transgredan
que la irrespeten
para dejar definitivamente de ser
ese vacío infinito del universo
ese material poroso sin corazón
ese desdichado fragmento de la nada.
MIS HUESOS BAJO LOS
PINOS
Allá arriba, al final del pueblo,
movidos por el viento,
se hamacan los altos pinos
de la postrera sombra.
Son los antiguos vivos
de esa cárcel de muertos,
de ese viejo campo
sembrado de cruces.
Allí terminaran, bajo una lápida gastada
mis cansados huesos,
no en un panteón
con su triste escultura de mármol,
en una tumba simple
como la de mi abuelo.
No sentiré la lluvia de ese día sombrío
ni escucharé los llantos
del mundo de los vivos
dormiré eternamente
solo será descanso
solo seré recuerdo.
PORQUE MI MUERTE
SERÁ UN ELEMENTO LITERARIO
Voy a ser tierra,
polvo,
y no del de Quevedo.
Si paso por el agua
o la recibo
será de los profundos ríos de Arguedas,
posiblemente arda
como la única llama de Bécquer,
o me convierta en aire
lascivo como el lorquiano.